13 de agosto de 2010

De la playa a la montaña

La playa de mi primera semana de vacaciones la abandoné por el monte, la incomunicación y el verde prau de Asturias. Dejé por unos días el postureo de la city (sólo en cuerpo, pero no en alma) y agarré mi mochila y mis botas de montaña (no me acabo de acostumbrar a ellas) para llegar a los Lagos de Covadonga.

Y allí estaba el refugio del Lago Enol, con su habitación de 10 literas, su baño compartido, etc. y la gran fabada de Fernando. Es imposible que ésta engorde de lo buenísima que está.

Caminé unas ocho horas cada día (buf, menos mal que fueron sólo dos) y así he vuelto con un moreno montañero (no me quejo), unas pocas agujetas (ya se me han pasado) y las piernas duras como piedras.

Olvidaos de cualquier estilismo decente, aunque siempre se admiten comentarios, y disfrutad del paisaje.

Lago Enol
Flor de cardo, una de mis favoritas

Cabra montesa acechando entre la niebla

Tras el primer día de caminata

Lago Enol de buena mañana

Picos de Europa

Lago Ercina

Cabaña de pastor

...lo que quedaba por subir...

Llegué

A esta no le costó tanto

Lago Ercina

Vuelta a la civilización (Basílica de Covadonga)




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